lunes, 1 de febrero de 2016

Educación VS Respeto

¿Qué demonios ocurre cuando una persona llega, a una recepción por ejemplo, y sólo se queda parado frente al recepcionista? Parece que, como un muchas otras ocasiones, depende del contexto de la acción del sujeto. Si es la recepción de un hotel, lo más probable es que el recepcionista inste a la persona a decirle cuáles son sus necesidades, qué requiere o cuál es el motivo de su estancia ahí, parado -si es muy cordial el recepcionista incluso podrá preguntarle cuáles son sus deseos-. Si está en un súper mercado y la recepción no es una recepción, en sí, sino una paquetería, un guarda bolsos, habrá dos posibilidades: la primera es que no haya nadie y que el recepcionista de los objetos esté ya con la mano estirada esperando a que la persona le entregue lo que no se permite meter en el mercado o, la segunda es que haya fila y el recepcionista no pare de acomodar cosas y entregar contraseñas en forma de fichas con números para que, a la salida de ls clientes, puedan recoger los objetos que hayan dejado. En ambos casos, la característica común es que ninguna de las personas que deja sus cosas es capaz de agraciar con palabras el acto de ir a la recepción, al igual que la persona del hotel. Lo que deja pensando que una recepción es un espacio en el que se deja de todo, en el que se recibe de todo, incluyendo personas, pero las personas que se van a dejar o a entregar son personas vacías de significado, de lenguaje, de gracia verbal ¡vaya! Dirían las señoras de antaño, ni siquiera con educación.



Cuando pedimos las cosas de manera que depositamos cierta parte de nuestro significado, como seres simbólicos que somos, en un lugar hecho para recibir cosas, tales como una recepción, aludimos a nuestra capacidad de transmitir nuestras necesidades e incluso del cumplimiento de ciertas normas (no podemos quedarnos en el hotel si no es a través de registrarnos en la recepción, no podemos entrar al súper mercado si no es a través de cumplir con los requisitos de transparencia -no llevar cosas que puedan ser usadas como depositario de lo que hay adentro sin que se den cuenta-, dejando bolsas en recepción, en paquetería) y, de hecho, mientras más significado vertemos en los diferentes espacios, mayor es la interacción que se obtiene. 

Llegar y quedarse parado, con la mano extendida y no decir nada debería ser, probablemente lo sea en algún lugar del mundo, un gesto desagradable. Pero, siendo conscientes, como cualquier gesto desagradable, si no es en correspondencia con una acción específica que se haya realizado de manera personal, no tendría porqué haber retroalimentación. 

De tal modo que la persona encargada del espacio de la recepción, de umbral entre la entrada y la salida de algo, no debería -con justa razón- siquiera de inmutarse al presentarse el simple gesto que ningún significado tiene, o que, más precisamente, tiene el significado erróneo. La gente piensa que se le va a atender por estar parada ahí.

Actualmente el espacio es una de las manifestaciones vitales de cada quien, en ciudades grandes es obviamente, más apreciado a grados de generar molestia su invasión. Una recepción si se quiere puede ser una parte del espacio vital; está la separación entre el sujeto espectante y el encargado que impide la interacción. Si el espectante quiere algo del encargado, debe hacerse presente con algo más allá de un gesto porque, como en cualquier otro contexto ¿Qué quiere el espectante? No se conoce hasta que no presenta su clamo. 

Compartir el simbolismo en cualquier espacio es vital, pues, para la interacción, reduce la brecha entre el patán y el sirviente (nadie sirve a nadie de manera servil, nadie debería ser un patán mimado reyesuelo que dé órdenes) los gestos piden y ordenan, sirven, son sumisos o amables, serviciales (no serviles) las personas TODAS merecen respeto. La educación, posiblemente nada tiene que ver, sobretodo para no tocar ese trillado terreno entre el asunto formal e informal, pues ese es otro factor de discusión (¿quién dijo que la educación adquirida en un contexto X es informal, sobretodo si ésta sirve a alguien a cumplir ciertos propósitos?) pero el respeto sí que tiene que ver. 

El respeto se otorga, no de manera irracional, obviamente hay ciertos elementos del respeto que se deben ganar, sin caer en la pleitesía, y el comienzo del respeto está en la dimensión personal. Si Yo me respeto debo guiar mis acciones hacia la obtención del mismo con el que pretendo conducirme (es una versión del imperativo categórico de la ética kantiana "no hagas lo que no quieres que te hagan"), si quiero atención, respeto, cortesía y amabilidad ¡Joder! esta no se regala.


El respeto es la clave. Así que dejar de querer sólo recibir, por la situación que se quiera, y comenzar (recomenzar, porque antaño se hacía) a recuperar el valor de la atribución de seres de significado y compartir simbólicamente en la cotidianidad, debe ser una práctica cotidiana que, en no se sabe qué endemoniado momento, se perdió. Por favor, gracias, sería tan amable, ¿podría? No son monsergas cortesanas, son muestras de respeto.

viernes, 6 de agosto de 2010

miércoles, 12 de agosto de 2009

jueves, 27 de noviembre de 2008

¿Por qué es importante hablar?... Una semana de mierda

Ésta es una explayación quizá más apta para la gente que no tiene nada que hacer (a diferencia de mi), porque considero que es una perdida de tiempo leerla, así que si hay algún arrepentimiento al respecto aún es tiempo de darle cerrar a la ventana, pestaña o como sea que esté configurado su explorador y buscar otra cosa, a lo mejor menos interesante pero, con más fotitos.

Vengo regresando del IV congreso internacional de Psicología Social, porque sí, soy Psicólogo Social, y como todos los de dicha estirpe soy ocioso (por eso el blog), y sí, como todos los que buscan desahogarse intelectualmente y buscar aportar en cualquier medida y ser reconocido en otra mucho menor, sí, voy a congresos a exponer trabajos. Pero no soy hipócrita, también voy al reven y a ver a los cuates que sólo se ven en esos eventillos.

He de confesar que es la cuarta ("4a" para los idiotas) vez que voy a dicho congreso. La primera vez fue fenomenal, al igual que la segunda; la tercera no tanto porque las premuras de un posgrado no me permitieron permanecer más del tiempo deseado, sin embargo, también fue buena a pesar de haber sido la más corta. Esta cuarta ocasión fue terrífica (no en el estúpido sentido gringo, sino que me refiero a aberrante, fea, horrible, bofa, vacía). La razón la puedo pensar en dos partes: la académica y la social.

La razón académica se refiere a la muchas veces poca, y otras hasta casi nula, capacidad de la gente por afrontar los problemas y temas de la psicología social (sea fea o bonita) de manera analítica, reflexiva, crítica (en el sentido constructivo y justificable), o bien, en otras palabras más rudas, con un poco de lectura al respecto. Sí, la gente no lee, y dice y defiende hacerlo, pero no se ve, y lo importante no es que lea, sino que piense ¡carajo! Llega quien sea con una propuesta sobre algo que puede abordarse desde el plano de la psicología social y: o no hay preguntas, o no hay entendimiento de lo que se quiso decir, y al contrario, sí hay réplicas de pasillo sin interlocución, hay críticas pedantes de lo malo que fue el tema, de lo malo que fue el expositor (por no haber usado las laminitas de power point, ni haber usado fotitos, grafiquitas y esas cosas que, según Pablo Fernández, se usan cuando uno no tiene nada o no sabe nada que decir), de lo horrible que era el tema, de lo "chafa" e irrelevante de su aportación, y demás episodios de desgracia que sólo surgen, tristemente, en un lugar como México, pues somos especialistas en hablar de lo que no sabemos un carajo.

Por otro lado, el lado social, he de confesar que la gente era la más aburrida del planeta. No tengo nada contra los "pipopes" (de cariño y no se quejen que a nosotros de chilangos no nos bajan), pero creo, independientemente de que Yo me haya hecho más viejo, que el ambiente era mejor. No me la pasé mal en absoluto y de hecho es la parte social en la que más tengo mis reservas por una razón obvia; si me la pasé bien, entonces ¿cuál es la queja del ambiente social que viví en éste congreso específicamente? He pensado varias opciones. Primero, la banda con la que me junté, que a final de cuentas es la que estaba más prendida pero carecía de reven, la descarté de las razones de la poca movilidad social en el reven, porque de hecho salimos a buscar varias veces sin resultado alguno; la bandita organizadora del evento, la verdad estoy tentado a achacarle la culpa a ellos (es decir los pipopes) porque antes funjían y desempeñaban un buen trabajo como guías de la diversión y de hecho, se veían interesados en hacer lo posible para que nosotros, los visitantes, nos la pasáramos bomba en el congreso; por último, y creo que es la razón fundamental, los visitantes y asistentes.

Voy a centrar la atención en los visitantes y asistentes porque creo que es la razón en donde lo académico y lo social valió madres en éste congreso. Los visitantes, siendo francos, éramos los que incurrían en las prácticas aberrantes, poco críticas o sin autocrítica, sin fundamento, sin reflexividad ni nada por el estilo dentro de lo académico, y era la razón por la cual no había un ambiente de cordialidad, diversión, reven, relax al exterior y demás (yo me incluyo porque alguna responsabilidad he de asumir, pero la verdad es que al menos hacía el intento de decirle en la jeta las cosas a los ponentes y participantes, o al menos a alguno de ellos, mientras que otros ni eso).

Por ejemplo, una mesa que para mi significó el ambiente predominante en el congreso fue una sobre idas sobre la ciudad, o algo así. Tema bastante interesante que fue mangoneado a placer por una bola de chamacos que, si bien en formación, pensaban que podrían hacer de la psicología social un género poético, literario o algo así, pero deficiente, por el simple hecho de que la narración es una forma de explicar a la psicología social. La diferencia sustancias es que la narración no es sólo lo que fui a hacer hoy a la calle, lo escribo, busco las palabras que no sepa en el diccionario y eso lo enseño como ponencia en un congreso (¡mmmta!). Creo que de cualquier ponente se espera al menos un dato, no positivo si quiera, un indicio de que la psicología social está ahí, en esa "ponencia narrada" que no es lo mismo que narración. Sí, ya sé que esto es incurrir en la poca reflexividad a la que me referí antes, y no lo hago de mala gana (la mesa la coordinada un buen conocido y amigo mio del ITESO, del cual no dudo en absoluto su conocimiento sobre psicología social, porque, de hecho, creo que sabe más que yo), más bien lo hago como observación a la mucha permisividad que ha habido al interior de la psicología social internacional, sobre todo porque se ve reflejada en éstos eventos. La mujer, y amiga también, que dio la mejor explicación sobre cómo debe de ser una exposición de psicología social, dentro de la misma mesa, fue quien hizo la observación ¿por qué está ahora tan malito el congreso eh? Al parecer la respuesta estaba implícita en sus propios alumnos quienes hicieron de la narración un ejercicio de primaria, mal redactado obviamente, pero con el estilo que sólo un adolescente puede darle: pensando que su trabajo es el mejor.

Esto es más bien una esperanza (y hasta ahora me doy cuenta) de que, si es que hay, el próximo congreso sea mucho mejor que éste en todos los sentidos. La verdad es que lo pienso porque me parece que es sumamente importante la existencia del espacio para explayar las nuevas formas de desarrollar la disciplina, y porque dota de experiencias PSICOSOCIALES" relevantes a toda la gente que va. Se generan redes sociales (desde un punto de vista muy positivo) pero también posibilidades de cambios de ideas. En fin, esos clichés que ya todo el mundo se imagina, pero que no por eso dejan de ser importantes; el chiste es hacerlos, no imaginárselos y para eso se requiere que cada quien se calle la boca un instante y al otro piense qué carajos puede decir, pero que lo piense ¡por favor!

Y otro favor, si fueron lo suficientemente valientes como para leer ésto, dejen un comentario. Por más mala leche que sea, a mi no me va a importar, me importa más que me digan qué piensan, sobre ésto, o sobre lo que se les hinche la gana, pero hablen, o escriban. Tal vez si habláramos más seguido se podría saber en qué demonios se está mal no, o qué demonios quiere decir eso que estamos pensando pero que no decimos, porque hay "n" cantidad de razones para llamar pendejo a alguien. Yo prefiero ser un pendejo que habló que uno que calló siempre. ¡¡¡Tssssssssss!!!