jueves, 27 de noviembre de 2008

¿Por qué es importante hablar?... Una semana de mierda

Ésta es una explayación quizá más apta para la gente que no tiene nada que hacer (a diferencia de mi), porque considero que es una perdida de tiempo leerla, así que si hay algún arrepentimiento al respecto aún es tiempo de darle cerrar a la ventana, pestaña o como sea que esté configurado su explorador y buscar otra cosa, a lo mejor menos interesante pero, con más fotitos.

Vengo regresando del IV congreso internacional de Psicología Social, porque sí, soy Psicólogo Social, y como todos los de dicha estirpe soy ocioso (por eso el blog), y sí, como todos los que buscan desahogarse intelectualmente y buscar aportar en cualquier medida y ser reconocido en otra mucho menor, sí, voy a congresos a exponer trabajos. Pero no soy hipócrita, también voy al reven y a ver a los cuates que sólo se ven en esos eventillos.

He de confesar que es la cuarta ("4a" para los idiotas) vez que voy a dicho congreso. La primera vez fue fenomenal, al igual que la segunda; la tercera no tanto porque las premuras de un posgrado no me permitieron permanecer más del tiempo deseado, sin embargo, también fue buena a pesar de haber sido la más corta. Esta cuarta ocasión fue terrífica (no en el estúpido sentido gringo, sino que me refiero a aberrante, fea, horrible, bofa, vacía). La razón la puedo pensar en dos partes: la académica y la social.

La razón académica se refiere a la muchas veces poca, y otras hasta casi nula, capacidad de la gente por afrontar los problemas y temas de la psicología social (sea fea o bonita) de manera analítica, reflexiva, crítica (en el sentido constructivo y justificable), o bien, en otras palabras más rudas, con un poco de lectura al respecto. Sí, la gente no lee, y dice y defiende hacerlo, pero no se ve, y lo importante no es que lea, sino que piense ¡carajo! Llega quien sea con una propuesta sobre algo que puede abordarse desde el plano de la psicología social y: o no hay preguntas, o no hay entendimiento de lo que se quiso decir, y al contrario, sí hay réplicas de pasillo sin interlocución, hay críticas pedantes de lo malo que fue el tema, de lo malo que fue el expositor (por no haber usado las laminitas de power point, ni haber usado fotitos, grafiquitas y esas cosas que, según Pablo Fernández, se usan cuando uno no tiene nada o no sabe nada que decir), de lo horrible que era el tema, de lo "chafa" e irrelevante de su aportación, y demás episodios de desgracia que sólo surgen, tristemente, en un lugar como México, pues somos especialistas en hablar de lo que no sabemos un carajo.

Por otro lado, el lado social, he de confesar que la gente era la más aburrida del planeta. No tengo nada contra los "pipopes" (de cariño y no se quejen que a nosotros de chilangos no nos bajan), pero creo, independientemente de que Yo me haya hecho más viejo, que el ambiente era mejor. No me la pasé mal en absoluto y de hecho es la parte social en la que más tengo mis reservas por una razón obvia; si me la pasé bien, entonces ¿cuál es la queja del ambiente social que viví en éste congreso específicamente? He pensado varias opciones. Primero, la banda con la que me junté, que a final de cuentas es la que estaba más prendida pero carecía de reven, la descarté de las razones de la poca movilidad social en el reven, porque de hecho salimos a buscar varias veces sin resultado alguno; la bandita organizadora del evento, la verdad estoy tentado a achacarle la culpa a ellos (es decir los pipopes) porque antes funjían y desempeñaban un buen trabajo como guías de la diversión y de hecho, se veían interesados en hacer lo posible para que nosotros, los visitantes, nos la pasáramos bomba en el congreso; por último, y creo que es la razón fundamental, los visitantes y asistentes.

Voy a centrar la atención en los visitantes y asistentes porque creo que es la razón en donde lo académico y lo social valió madres en éste congreso. Los visitantes, siendo francos, éramos los que incurrían en las prácticas aberrantes, poco críticas o sin autocrítica, sin fundamento, sin reflexividad ni nada por el estilo dentro de lo académico, y era la razón por la cual no había un ambiente de cordialidad, diversión, reven, relax al exterior y demás (yo me incluyo porque alguna responsabilidad he de asumir, pero la verdad es que al menos hacía el intento de decirle en la jeta las cosas a los ponentes y participantes, o al menos a alguno de ellos, mientras que otros ni eso).

Por ejemplo, una mesa que para mi significó el ambiente predominante en el congreso fue una sobre idas sobre la ciudad, o algo así. Tema bastante interesante que fue mangoneado a placer por una bola de chamacos que, si bien en formación, pensaban que podrían hacer de la psicología social un género poético, literario o algo así, pero deficiente, por el simple hecho de que la narración es una forma de explicar a la psicología social. La diferencia sustancias es que la narración no es sólo lo que fui a hacer hoy a la calle, lo escribo, busco las palabras que no sepa en el diccionario y eso lo enseño como ponencia en un congreso (¡mmmta!). Creo que de cualquier ponente se espera al menos un dato, no positivo si quiera, un indicio de que la psicología social está ahí, en esa "ponencia narrada" que no es lo mismo que narración. Sí, ya sé que esto es incurrir en la poca reflexividad a la que me referí antes, y no lo hago de mala gana (la mesa la coordinada un buen conocido y amigo mio del ITESO, del cual no dudo en absoluto su conocimiento sobre psicología social, porque, de hecho, creo que sabe más que yo), más bien lo hago como observación a la mucha permisividad que ha habido al interior de la psicología social internacional, sobre todo porque se ve reflejada en éstos eventos. La mujer, y amiga también, que dio la mejor explicación sobre cómo debe de ser una exposición de psicología social, dentro de la misma mesa, fue quien hizo la observación ¿por qué está ahora tan malito el congreso eh? Al parecer la respuesta estaba implícita en sus propios alumnos quienes hicieron de la narración un ejercicio de primaria, mal redactado obviamente, pero con el estilo que sólo un adolescente puede darle: pensando que su trabajo es el mejor.

Esto es más bien una esperanza (y hasta ahora me doy cuenta) de que, si es que hay, el próximo congreso sea mucho mejor que éste en todos los sentidos. La verdad es que lo pienso porque me parece que es sumamente importante la existencia del espacio para explayar las nuevas formas de desarrollar la disciplina, y porque dota de experiencias PSICOSOCIALES" relevantes a toda la gente que va. Se generan redes sociales (desde un punto de vista muy positivo) pero también posibilidades de cambios de ideas. En fin, esos clichés que ya todo el mundo se imagina, pero que no por eso dejan de ser importantes; el chiste es hacerlos, no imaginárselos y para eso se requiere que cada quien se calle la boca un instante y al otro piense qué carajos puede decir, pero que lo piense ¡por favor!

Y otro favor, si fueron lo suficientemente valientes como para leer ésto, dejen un comentario. Por más mala leche que sea, a mi no me va a importar, me importa más que me digan qué piensan, sobre ésto, o sobre lo que se les hinche la gana, pero hablen, o escriban. Tal vez si habláramos más seguido se podría saber en qué demonios se está mal no, o qué demonios quiere decir eso que estamos pensando pero que no decimos, porque hay "n" cantidad de razones para llamar pendejo a alguien. Yo prefiero ser un pendejo que habló que uno que calló siempre. ¡¡¡Tssssssssss!!!

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