miércoles, 20 de agosto de 2008

Psicología del Culero. Un tratado sobre lo que siempre se dice y nunca se piensa.

Este va a ser un ejercicio de reflexión, esperemos que colectiva, al respecto de lo que mucha gente a veces se considera, otras tantas piensa que no lo son y , sin embargo, incurren constantemente en la práctica del concepto que adorna éste ensayo. En otras palabras, trata sobre cómo es el ser Culero. La palabra en sí no tiene mucho contenido insertado en su propio ser, incluso se puede decir que es un concepto heterológico (que no contiene la propiedad que describe) en tanto que es práctico. El diccionario de la real academia de la lengua española define culero en el sentido que nos interesa (el de México cabrones), como "miedoso", y sus otras connotaciones tienen que ver con lo que a leguas se observa dentro del vocablo, es decir, con el culo. Sin embargo, ésta definición no satisface la curiosidad que motiva ésta investigación ¿A caso cuando se le dice a alguien "culero" porque hizo sentir mal a alguien emocional, física, anémica, o psicológicamente se le está diciendo que es un miedoso? ¿cuando alguien nos hace una culerada está enfundándonos miedo?

Es evidente que en la práctica el hecho de ser culero trasciende, como miles de conceptos más, las fronteras que le impone su significado. Ser culero en la práctica del mexicano (y esta reflexión no tiene nada que ver con Días Guerrero) es ser todo menos miedoso. Es ser directo a extremos dañinos, actuar con franqueza (corporal o verbal) a un nivel casi de paroxismo, es ser guarro por el hecho mismo de serlo, sin proyecciones, sin represiones, sin indexicalidad (porque se es directo), sin auto reproches, sin medir las consecuencias, es ser ojete, malora, gandalla pero, y esto es lo interesante del asunto, son muy pocos odiados los culeros. El culero, al parecer, produce una suerte de efecto contrario de sus actos; por todas sus características se puede decir que es un ser fácilmente odiable, sin embargo no es así. El culero muchas veces se convierte en una especie de referencia en el actuar, porque al parecer es invulnerable al daño que la gente en sociedad naturalmente puede provocar, es un signo de admiración tácita, es una especie de ejemplo a seguir y de diligencia moral, inspira respeto, inclusión por su persona, seriedad (una característica curiosa del culero es que hace sentir a las personas de sus alrededores como menos capacitadas para ciertas acciones, a pesar de que no sea cierto).

En resumen de esta pseudo introducción se puede decir que el culero es y no es. Por un lado es un sujeto con el sentimiento de suficiencia autónoma de su moral que ejerce sobre el mundo, sobre los demás sujetos, sobre las instituciones y la sociedad en general; tiene sus propios criterios sobre las cosas, toma sus decisiones propias de manera abrupta, vive en el presente en la acción pero oscila entre el pasado y el futuro en su reflexión dado que tiene sustento y razón para sus actos: incluso un "qué me importa lo que pase" es una razón de suficiencia para ejercer su carácter. Por el otro lado, no es un sujeto despreciable, incluso puede llegar a se querido, dado que sus actos cumplen con la suficiente autonomía como para que se contemple como un acto libre de voluntad, no una reacción de una acción ejercida sobre él (lo cual no quiere decir que sus actos sean meramente viscerales o explayados en la plenitud de la volitibilidad, todo tiene un sustento); al parecer éste efecto es debido a que es propietario de sus actos y de sus consecuencias, se hace responsable de ello, asume sus responsabilidades y las de sus actos junto con lo inesperado que puedan contener.

Continuara...

1 comentario:

Unknown dijo...

Se escribe "Díaz Guerrero". Por lo demás creo que no puede ser casualidad el haber encontrado esto, tampoco el no haberlo hecho antes.
Aplaudo la claridad de pensamiento, el autoanálisis es impecable.

Pero a decir verdad no me resisto las ganas de contestar a tu pregunta: sí infunden miedo. A volver a permitirse ser vulnerable, a volver a confiar, da miedo el pensar que uno de alguna forma permitió el daño. Da coraje. Pero sólo es miedo disfrazado, enojado, turbado. Da, pero aceptarlo sería volver a volverse vulnerable y eso es justo lo que da miedo.